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Quinta-feira, às 16h

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Integración de Brasil con América Latina

Miguel Calderón Fernández*

Quiero referirme, desde mi criterio, a cuatro periodos relacionados con esta temática. Realizo esta reflexión en virtud de una solicitud de mi amigo el Doctor Jorge Folena, jurista y politólogo brasileño.

Un primer momento es el periodo colonial y monárquico que termina a finales del siglo XIX, donde Brasil tiene un entorno y cultura política de corte europea, por su forma de gobierno y la monarquía independentista. No se piensa en Latinoamérica, los otros países e intelectuales latinoamericanos no tomaban en cuenta a Brasil tampoco. Incluso, Simón Bolívar no lo invita a la reunión de naciones que organizó en 1829 en Panamá, cuyo fin era fortalecer la propuesta de una patria latinoamericana unida frente a los peligros del imperio del norte, Estados Unidos Anglosajones. Este Brasil aprobaba las invasiones de Estados Unidos a otros países latinoamericanos, especialmente a México donde le extrajo gran parte de su territorio en la primera mitad del siglo XIX. Además compartían la deshumanizada esclavitud, siendo Brasil el último en abolirla, 1888.

Un segundo periodo es el Brasil republicano, el Brasil de los brasileños criollos, herederos, parcialmente, de una cultura Europea, que tampoco sintieron integración con Latinoamérica. Nos ubicamos de 1890 en adelante y especialmente la primera parte del siglo XX. Este Brasil siguió mirando hacia Europa, tenía más afinidad con el viejo continente y con Estados Unidos anglosajones que con los vecinos latinoamericanos. Se unió a USA en la declaratoria de guerra contra Alemania en la primera y segunda guerra mundial. En la segunda guerra prestó territorio a USA para bases militares en Natan, Salvador, Pernambuco. Ni los intelectuales latinoamericanos y brasileños se interrelacionaban, unos eran contestatarios a la política estadounidense y los otros eran indiferentes, sino aliados. Se resalta que el mexicano José Vasconcelos fue de los primeros en integrar a Brasil en sus propuestas intelectuales y políticas, debemos ver su propuesta de Raza Cósmica, donde hace esta integración, década de 1920.
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En la segunda mitad del siglo XX, especialmente después de la segunda guerra mundial, inicia un periodo de integración Brasil-Latinoamérica, discreto pero con un proceso ascendente. Especialmente en los periodos de dictaduras, donde Estados Unidos fomenta el mismo modelo de gobierno en toda la región. Se iguala la gran nación brasileña, en lo político, a los demás países, incluidos los centroamericanos, fuimos parecidos en este concepto. Otro factor de integración fue que, a partir de las dictaduras, muchos brasileños, especialmente intelectuales socialistas, pudieron exiliarse en otros países, sintiendo el mismo atropello humano que cualquier otro latinoamericano.

El siglo XXI muestra el mejor momento de integración de Brasil a Latinoamérica y especialmente a Suramérica. Con la llegada de líderes patriotas, de tendencia socialista y de economía solidaria a diferentes países de la América del sur, se fortalece la integración y el liderazgo de Brasil como potencia regional, destacándose la solidaridad de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff como ejes fundamentales en dicha integración. Es el país más extenso en territorio, casi el 50% del territorio suramericano, por consiguiente el que posee más recursos naturales y capacidad y potencial económica. Nacen y se fortalecen estructuras políticas que sienten en Brasil a su aliado fuerte. Ya creado, se fortalece el Mercosur, se crea el Alba, Unasur, la Celac, y el Banco del Sur, institución que lleva como fin la solidaridad de la colectividad y el fortalecimiento de la soberanía de las naciones en cuanto a alimentación , política, infraestructura productiva, salud, educación y otros.

Esta integración de naciones suramericanas forma un bloque político siguiendo una propuesta histórica planteada por Simón Bolívar y José Martí, y retomada por presidentes del siglo XXI como Rafael Correa de Ecuador, Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Néstor Kirchner de Argentina, y los ya anotados Lula y Dilma.

Esta integración de Brasil como potencia regional con las demás naciones, especialmente suramericanas, crea una alerta ante el imperio USAMERICANO del norte, situación prevista desde Bolívar y Martí, y se inicia una guerra política. El mundo se despierta en el siglo XXI con la fragmentación del eje político dominante. Estados Unidos, que desde la segunda Guerra mundial había iniciado un proceso de consolidación mundial, como único eje dominante, y lográndolo después de la guerra fría y la ciada del mítico Muro de Berlín, se ve amenazado por el surgimiento de naciones que se unen formando posibles ejes de poder alternativo mundial y regional, entre ellos Suramérica.

Ante este panorama, el imperio USA se ve obligado a desarrollar una política agresiva, junto con su aliada, ya debilitada, Unión Europea, arremete contra Rusia y China, tratando de bloquear su influencia en Suramérica, especialmente después de que Brasil se integrara a los Brics, bloque geopolítico formado por Brasil, Rusia, india, China y Suráfrica.

Podríamos aceptar que Estados Unidos Anglosajones logra desarticular el bloque suramericano y  ganar la  partida  al bloquear a Rusia y China,  forma gobiernos de facto en Brasil y Paraguay, y un gobierno de derecha en Argentina, se acerca a Cuba para intentar crear una división con estos países y se mantiene con su gran base militar que es Colombia. Se oscurece el avance unionista suramericano con el gobierno de facto brasileño y, a corto plazo parece que USA gana su partida.

Ganar una batalla no es ganar la guerra, tema conocido. Mientras esta lucha geopolítica se lleva a cabo, la Unión Europea, el aliado de los USAMERICANOS en la construcción de golpes de estado y guerras atroces, pierde a uno de sus brazos fuertes. El Reino Unido deja la Unión, separándose así la quinta economía mundial. El pésimo actuar de la Administración Barack Obama en el medio Oriente abre camino al fortalecimiento de Rusia y al liderazgo de Vladimir Putin, la crisis económica estadounidense se une a esta serie de eventos y, llega el Donald Trump a la Casa Blanca con una propuesta más domestica que global.

Ante este panorama, los políticos de derecha y gobiernos de facto en América Latina ya no son la prioridad de imperios debilitados que deben mirar sus propios problemas. Aunque se retrocedió política y socialmente en Brasil y Argentina, la integración iniciada queda para seguir creciendo en tiempos que no han de ser lejanos.
América Latina debe llegar a consolidar el proceso iniciado en Suramérica y crear estructuras de producción industrial para sus materias primas, dejar de ser exportadores de estas materias y luego consumidores de productos terminados que nos llegan a precios multiplicados. Debemos tomar el mismo camino propuesto por Trump, y crear un mercado interno fuerte, entre nuestras naciones, consumiendo productos de nuestros mismos pueblos.

Los cimientos elaborados por los países de Suramérica deben convertirse en la propuesta para toda Latinoamérica, desde el Muro de Trump hasta la Patagonia, y un día nuestros descendientes se podrán sentir orgullosos de no sentiré obligados a brincarse el mítico Muro.

* Miguel Calderón Fernández é músico, escritor e político. Professor de Humanidades da Universidade Nacional da Costa Rica.